Así pues, en el aspecto formal, sus Rimas se caracterizan por la sencillez y la autenticidad: el
sentimiento se expresa mediante una suave sonoridad. Se juega con la sugerencia mediante los
silencios, los finales truncados, la escasez de adjetivos que da más importancia a los pocos que
aparecen. Con frecuencia presentan una estructura apelativa: el yo del sujeto lírico interpela a la
amada o a la poesía. Eso sí, la elaboración es cuidada, con numerosos recursos retóricos,
especialmente de tipo constructivo, como contrastes, anáforas y paralelismos, que propician
simetrías rítmicas y expresivas. También abundan las metáforas (incluso símbolos) y comparaciones,
relacionadas especialmente con la naturaleza y con el dominio de lo sensorial (música, formas,
colores –negro y dorado especialmente-, etc.). Los hipérbatos y encabalgamientos añaden tensión
emocional y destacan elementos centrales del poema; la intensidad emotiva se refuerza también por
medio de recursos típicamente románticos, como los puntos suspensivos, las exclamaciones o las
interrogaciones.
La métrica también tiende a la sencillez: predomina la suave musicalidad de la asonancia. Los
poemas son más bien breves, con versos variados (de cinco, siete, ocho, once sílabas...) y con un
abanico de estrofas que van de la silva arromanzada al romance. Es frecuente el uso de versos de pie
quebrado que, al cerrar las estrofas, marcan el ritmo y concentran la materia significativa.
En cuanto a los temas, algunos han querido ver en las Rimas un relato lírico de las vivencias
amorosas de Bécquer (quizá suma de varias experiencias). Si nos basamos en la ordenación de la
edición de sus amigos, se suelen distinguir cuatro bloques temáticos. El primero (rimas I-XI) trata
especialmente sobre la propia poesía: dónde radica, en qué consiste. En el segundo (rimas XIIXXIX)
predomina el amor en un tono esperanzado: la mujer es un ideal casi inalcanzable, etéreo. En
el tercer bloque (rimas XXX-LI) sobreviene el desengaño: la amada es cruel, orgullosa e interesada;
con ello, el lenguaje se vuelve prosaico y coloquial, más narrativo, y se habla de la mujer más en
tercera persona que en segunda (distanciamiento). El último bloque (rimas LII-final) refleja en un
tono pesimista los temas de la soledad, el sueño, el paso del tiempo y el destino mortal del hombre.
En conclusión, Bécquer nos ofrece en las Rimas una poesía intimista en la que la retórica,
aunque existe, no ahoga la autenticidad, sino que, por el contrario, contribuye a una expresión
conmovedora de los sentimientos, sugeridos a través de motivos que han entrado casi en la memoria
colectiva (el arpa, las oscuras golondrinas...). Prueba de ello es la gran influencia que tuvo en poetas
posteriores. Así pues, aunque su visión de la mujer pueda parecer en ocasiones excesivamente
idealista o exaltada para nuestra mentalidad actual, sus versos aún nos llegan hoy en día, porque